Misiones Españolas en los Estados Unidos

Spanish soldier of 1700s
Soldado español del s. XVIII en Texas. Los soldados del Presidio de San Francisco Xavier de Gigedo llevaban uniformes similares.

Cortesía de las Misiones de San Antonio NHP.

La historia de los Estados Unidos es un relato asombroso de caminos y fronteras. Una de sus grandes páginas son las misiones españolas que se extendían de Florida a California. Los motivos y el significado de aquella empresa se entenderán mejor en el contexto de la presencia hispana en América del Norte desde los primeros años del siglo dieciséis. Los caminos misioneros y las iglesias ganarán significado si el caminante las sitúa en una cultura y una época que son parte del herencia americana. La ilusión, la ambición, el espíritu de aventura—pasiones todas ellas muy humanas—están en los orígenes de la más temprana historia de los Estados Unidos. La búsqueda de la fuente de la eterna juventud llevó a Juan Ponce de León a las costas de Florida en 1513. La expedición de Hernando de Soto recorrió durante cuatro años gran parte del actual sureste de los Estados Unidos. Mientras, la expedición de Coronado (1540-1542) abrió el camino hasta el corazón de Nuevo México. Hombres de Coronado descubrieron el Gran Cañón en el actual Arizona y alcanzaron tierras del actual Kansas. Se habían abierto en muy pocos años los primeros caminos hacia el interior de América del Norte. Pronto, la ruta desde la ciudad de México hasta Santa Fe de Nuevo México se conocería como el Camino Real de Tierra Adentro.

Ponce de León no encontró una fuente milagrosa, que nunca existió. Soto no conoció la gloria del conquistador de la Florida, pero ha pasado a la historia como el primer europeo que navegó río abajo por el Mississippi. Muerto de unas fiebres, su cadáver, envuelto y puesto en la cavidad de un tronco hecho por sus compañeros deaventura, fue hundido en el río. Coronado tampoco encontró las Siete Ciudades de Cibola ni el reino de Quivira. No halló las riquezas que esperaba, sino unos laboriosos indios que vivían de la agricultura y habitaban en casas de adobe de varias plantas. Desde entonces, son conocidos como indios pueblo" (Pueblo Indians) debido a la semejanza de sus viviendas con los pueblos de España. Todo había sido una fábula promovida por la febril imaginación de fray Marcos de Niza. Este fraile se había hecho eco de vagas noticias que Alvar Nuñez Cabeza de Vaca trajo a México tras su naufragio en 1528 frente a las costas de Texas. El gran caminante a pie por tierras de América del Norte permaneció entre indígenas casi siete años. Decidido a volver a México con otros tres compañeros de desventura, emprendió al fin una caminata por tierras desconocidas hasta encontrarse, después de muchos meses, con españoles en el norte del actual estado mexicano de Sinaloa.
Entrance to Acoma Pueblo in 1904.
Entrada al pueblo de Ácoma en 1904. Los materiales para construir la Misión de San Esteban del Rey tuvieron que transportarse por la empinada ladera de la mesa.

Foto: Edward S. Curtis (1868-1952). Cortesía de la Biblioteca del Congreso.

La milicia y la fe (las armas y las creencias) han construido los grandes imperios de la Historia. La acción española en el Nuevo Mundo no fue una excepción. La colonización hispana del Suroeste y California siguió los mismos patrones y métodos que en México, con las obligadas adaptaciones, con los abusos y errores de cualquier empresa conquistadora. Toda entrada en tierras desconocidas iba presidida por la espada del soldado y la cruz del misionero. En las grandes expediciones de mitad del siglo dieciséis en América del Norte marcharon los frailes entre cientos de soldados. Pese a notables diferencias, el poblamiento del Gran Norte de México, o Nueva España, fue una anticipación de la conquista del Oeste americano. Para los hispanos, Nuevo México, Arizona y California fueron su Lejano Norte (the Spanish Far North). La "misión" fue entendida por la corona española como the self-imposed task de cristianizar y civilizar las poblaciones indígenas. Siglos después, la política americana de expansión vino a ser la misión laica de extender la civilización y la democracia hasta el Pacífico obedeciendo el mandato de Destino Manifiesto de la nación.

"Caminante, no hay camino, se hace camino al andar", escribió el poeta español Antonio Machado (1875-1939). Aparte de los senderos indígenas, en los principios de cada región no había caminos formales, había que hacerlos al andar. Fueron las botas de los exploradores y conquistadores, las sandalias de los frailes, los pies tal vez desnudos de los indios amigos o servidores, los cascos de los caballos, las pezuñas del ganado, las ruedas macizas y perezosas de las carretas lo que arañó la roca, trituró la piedra o peinó la arena. Los frailes, sólos o en compañía de gente muy diversa, abrieron caminos y fundaron misiones que hoy son monumentos y memoria del pasado.
View of the steps of the church entrance and altar steps, decorated with farolitos, or little lanterns, are a Christmas tradition in Northern New Mexico. Although the pueblo and church are no longer occupied, these places are still visited, remembered, an
pie de foto: Vista de los escalones de entrada de la iglesia y del altar, decorados con farolitos, tradición navideña en el norte de Nuevo México. Aunque el pueblo y la iglesia no están en uso, estos lugares siguen siendo visitados, recordados y honrados.

Créditos: Foto: Larry Lamsa. Cortesía de Flickr Creative Commons.

No encontraron los pioneros españoles en América del Norte imperios ni grandes ejércitos como fue el caso con los aztecas de México y los incas del Perú. Tampoco había ciudades ni grandes rutas o caminos formales. En general, la población indígena más allá del Río Grande (o más allá del Mississippi) era escasa/dispersa e incapaz de pagar tributo o de suministrar mano de obra en minas o establecer grandes explotaciones agrícolas que no eran posible en tierras estériles o poco aptas para el cultivo. Pero no faltó desde el principio al fin el celo misionero por evangelizar y educar a los naturales.

Tres fueron las instituciones fundamentales de la política hispana en América del Norte: el presidio o fort como avanzadilla (outpost) para la defensa y el avance de la Frontera;la misión para el adoctrinamiento e integración del indígena;y el cabildo de villas y ciudades como sede del poder de los vecinos. La simbiosis entre estas tres instituciones marcó la acción hispana. Las singularidades de América del Norte (dispersas poblaciónes indígenas, carencia de recursos minerales, incluso escasez de agua), dieron un especial protagonismo a los misioneros. Las misiones eran lugares de descanso y refugio para el caminante, escuelas de cristianización y educación del indio. También fueron objeto frecuente de las rebeliones indígenas. Los anales de las misiones están salpicados con sangre de misioneros. Con frecuencia, morían los indios acogidos a la misión y los soldados destinados a su protección. Muchas misiones fueron semillas de poblamiento al convertirse en villas o pueblos.

La labor de los misioneros fue pionera y diversa. Los indígenas aprendieron oficios manuales, conocieron nuevas técnicas y proporcionaron la mano de obra imprescindible para la construcción de las iglesias que jalonan los caminos misioneros. En las misiones se cultivaron por primera vez cereales, vegetales y frutas venidos de España. También se criaban vacas, ovejas y carneros. Se abrieron acequias que llevaban agua a unos campos resecos;un agua más preciosa que el oro o la plata. Los frailes, con el trabajo de los indígenas, crearon nuevos paisajes. El trigo se sumó al maíz nativo. La vid y el vino son hoy señas de identidad de California. Los frailes fueron fieles al principio cristiano de "ora et labora", reza y trabaja.
San José de los Jémez Mission and Gíusewa Pueblo Site
pie de foto: Giusewa Pueblo se encuentra en el Cañón de San Diego, en el condado de Sandoval, Nuevo México. Las ruinas de monumentos estatales están en la parte inferior derecha.

Créditos: Cortesía del Registro Nacional.

Dos geografías muy distintas fueron el escenario de dos hombres también muy diferentes, ambos comprometidos con una misma empresa o misión: el padre Eusebio Francisco Kino (1644-1711) en el desierto de Sonora;Fray Junípero Serra (1713-1784) en la costa de California. Un jesuita de origen alemán y un franciscano nacido en la española isla de Mallorca. Ellos son testimonio de otros muchos misioneros. Kino, conocido como el "Padre a caballo", recorrió incansablemente los caminos del noroeste de la Nueva España. Como un verdadero hombre de la frontera, su labor no se limitó a la actividad espiritual.

Había tanto por hacer en favor de los indígenas (cuerpos y almas), que Kino fue a un tiempo constructor de misiones, ranchero, ganadero, agricultor. Junípero Serra fundó el sistema franciscano de misiones de California en su condición de padre superior. A pesar de sufrir hasta su muerte de una pierna ulcerada, visitó una y otra vez las nuevas fundaciones. Fueron tantos miles las leguas que cubrió durante los años de labor en California que puede identificarse como el hombre que caminaba y caminaba….También Serra se ocupó del desarrollo material de la población indígena con la introducción de la agricultura y la irrigación. Serra, uno de los Padres Fundadores de California, es el único español que tiene una estatua en el National Statuary Hall Collection en el Capitolio de los Estados Unidos, Washington, D.C.
The Alamo front view
Preservado a inicios del siglo XX, el Álamo continúa atrayendo visitantes hoy en día.

Foto: Bigroger27509. Cortesía de Wikimedia Commons.

Las misiones españolas han sobrevivido en un mundo urbano e industrializado. La misión de El Álamo (San Antonio de Valero en la ciudad de San Antonio) es testigo de grandes episodios de la historia de los Estados Unidos. San Xavier del Bac se mantiene alta y blanca cerca de Tucson. Las misiones de la Alta California—muchas y bien situadas desde San Diego a San Francisco como un rosario—son una invitación a los creyentes a la oración, y una ocasión para todos los visitantes de entregarse al recuerdo y la contemplación.

¿Qué oyen, qué ven desde lejos los visitantes en su itinerario misionero? Oyen una campana y vislumbran una torre: sonidos del pasado y adobes que resisten el paso del tiempo. Torre y campana son símbolos históricos. La iglesia, las imágenes de madera, las pinturas en los muros, la huerta, el jardín o el cementerio de cualquier misión, desde Florida a California, son espacios de encuentro de dos corrientes de la civilización occidental: la hispana y la angloamericana. La política de protección de monumentos, la actuación del Servicio de Parques Nacionales,¡¡¡ y el interés del pueblo americano por sus tradiciones, han hecho posible la preservación y conservación de las viejas misiones españolas. Iglesias y caminos misioneros son el mejor reconocimiento de un legado cuyos artífices fueron los frailes y los indios amigos. España, la vieja Hispania, debe un tributo especial a la generosa labor oficial y privada que permite al visitante comunicarse con el pasado a través de hermosos caminos y reflexionar a la sombra y en el silencio de cualquier misión.
Alfredo Jiménez, PhD
Profesor emérito de la Universidad de Sevilla

Last updated: April 15, 2016

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