Introducción

People singing at a Puerto Rican Festival in MA while being filmed. Photo by M Montano LOC

Puerto Rican Festival, Lowell, Massachusetts, 1987. Photo by Mario Montaño. Courtesy Library of Congress (https://www.loc.gov/item/afc1987042_mm_c005/)

Los latinos estadounidenses y la creación de los Estados Unidos: Una introducción

Frances Negrón–Muntaner and Virginia Sánchez–Korrol

La historia relativamente desconocida de los latinos en los Estados Unidos (EE.UU.) es el objetivo principal de este estudio temático elaborado por el Servicio de Parques Nacionales (National Park Services) y titulado “Los latinos-estadounidenses y la creación de los Estados Unidos”. Después de más de un año de desarrollo y preparación, la idea se puso en marcha en un foro celebrado en La Paz, California, el 16 de junio de 2011. Poco después, la Junta de Asesoría del Sistema Nacional de Parques (National Park System Advisory Board) formó el grupo de académicos expertos latinos estadounidenses (American Latino Scholars Expert Panel). Por invitación del Secretario del Interior Ken Salazar, el grupo de diez académicos acordaron dedicarse a la elaboración de un documento histórico; uno que ayudaría al Departamento del Interior y al Servicio de Parques Nacionales a narrar las complejas historias de los latinos estadounidenses como parte integral de la historia, la cultura y la política de los EE.UU. Asimismo, el panel de expertos también se comprometía a recomendar el reconocimiento de posibles lugares históricos latinos y a sugerir maneras de incorporar la historia de los latinos en las presentaciones e interpretaciones de los lugares nacionales ya existentes.

Para empezar, el grupo tomó varias decisiones claves que modificaron de manera significativa el rumbo y la amplitud del estudio. Lo primero fue hacer hincapié en el periodo comprendido entre mediados del siglo XIX hasta la actualidad. El panel optó por este camino no sólo porque el Servicio Nacional de Parques ya contara con numerosos sitios históricos pre-1800, sino porque gran parte de la experiencia contemporánea de los latinos ha sucedido durante los dos últimos siglos. Además, nos encontramos en un momento en que los latinos constituyen el 18% de la población estadounidense y sus territorios, por lo que el panel sintió que era necesario identificar puntos de referencia, figuras e historias más recientes. Esto no sólo ejemplifica mejor la historia moderna de los latinos, sino que también permite una mayor comprensión de cómo y por qué los EE.UU. se han ido “latinizando” política y culturalmente durante este periodo.

La segunda decisión, tal vez incluso más polémica, fue la de utilizar el término latino en lugar de hispano en el título del estudio e incluir el asentamiento y la colonización española de las Américas como una parte importante de lo que hacemos referencia como historia de los latinos. Al hacer eso, el comité no intentó homogeneizar las diferentes identidades de los grupos que hoy se consideran latinos o descartar el hecho de que nunca ha habido una única categoría descriptiva para todos como demuestra la persistencia de los términos chicano, boricua, cubano, nuevomexicano e hispano. Por el contrario, el panel eligió “latino” principalmente por dos motivos. En primer lugar, al hacer referencia a Latinoamérica, el término enfatiza la experiencia de la gente que vive en el continente americano en lugar de Europa. Además, a diferencia del término hispano, que alude a “Hispania” o la península Ibérica, “latino” con su significado actual es una categoría que surgió oficialmente en los EE.UU. durante el siglo XX como respuesta al aumento dramático de descendientes latinoamericanos en su territorio nacional.

En otro nivel, el término señala el hecho que las comunidades latinas se han diversificado de manera significativa con el paso del tiempo y han comenzado instalarse más allá de sus lugares tradicionales, dando lugar a nuevas realidades pan-latinas. Por ejemplo, el más rápido crecimiento en las comunidades mexicanas hoy en día ocurre en el sur y el sureste de EE.UU., zonas donde no se habían establecido grandes cantidades de latinos anteriormente. Aunque la mayoría de los cubano-americanos todavía viven en Florida y siguen formando el grupo mayoritario de latinos en Miami, los puertorriqueños alcanzan, con mucha diferencia, el mayor número en la Florida Central y además casi la mitad de los latinos de Miami no son cubanos. Por el contrario, se prevé que Nueva York, que ha sido durante mucho tiempo refugio para los puertorriqueños, se convierta mayoritariamente en una ciudad mexicana para el año 2040. Hoy en día hay más salvadoreños viviendo en los EE.UU. que cubanos o dominicanos, quienes han sido durante décadas el tercer y el cuarto mayor grupo latino, respectivamente.

En otras palabras, en el contexto de este estudio temático, el término “latino” no indica una sola identidad cultural o étnica sino que funciona más bien como un concepto. Este concepto hace referencia a un largo proceso histórico a través del cual todas las personas identificadas o percibidas como hispanos y/o latinos fueron consideradas “diferentes” en términos políticos, culturales y raciales, en comparación con los verdaderos “americanos”, los estadounidenses. De este modo, la conjunción de los términos latino e historia facilita una narración más compleja de la historia de los EE.UU. También nos permite ver a los latinos de manera comparativa e investigar las formas en que su historia es también la de los EE.UU. en el sentido más abarcador del continente. En última instancia, la historia de los latinos es la historia de América, prestando especial atención a las experiencias y geografías en gran parte influencias por el imperio español en las Américas y por el ascenso de los EE.UU. como una potencia mundial a comienzos del siglo XIX.

Con el objetivo de desentrañar aún más esta historia, el estudio temático incluye diecisiete ensayos buscan reflejar vigorosamente la experiencia de los latinos. Escritos por los principales expertos en diferentes campos, los académicos aquí reunidos son politólogos, sociólogos, antropólogos, críticos literarios, juristas e historiadores. Sin embargo, todos comparten un compromiso con metodologías interdisciplinarias y perspectivas transnacionales que tienen en cuenta las formas en las que la clase, la etnia, la raza, el género, la orientación sexual y el estatus de ciudadanía, entre otras formas de diferencia, producen la historia de los latinos.

Estructuralmente, el volumen se divide en cuatro secciones principales: La creación de la nación (Making the Nation) explora cómo los latinos llegaron a vivir en los territorios que más tarde se convertirían en los EE.UU. y cómo su presencia, pensamiento y medios de comunicación han conformado la nueva nación desde su fundación hasta la actualidad; La construcción de una vida (Making a Life) profundiza en la experiencia religiosa, la creatividad y las contribuciones de los latinos a la cultura popular y las instituciones sociales; Ganarse la vida (Making a Living) examina el impacto de los latinos en los negocios rurales y urbanos, el trabajo, el comercio, las fuerzas armadas, la ciencia y la medicina; y por último, La creación de una democracia (Making a Democracy) delimita la acción colectiva e individual de los latinos en la expansión de los derechos democráticos a través de litigios legales y la organización política.

El libro abre con una primera sección del historiador Stephen Pitti titulada “La herencia latino estadounidense”, una visión panorámica de la experiencia de los latinos personificada en cinco figuras históricas: el sacerdote exiliado cubano Félix Varela, la autora mexicano-americana María Amparo Ruiz de Burton, el bibliófilo puertorriqueño Arturo Alfonso Schomburg, la defensora de los derechos civiles guatemalteca Luisa Moreno y el político mexicano-americano Edward Roybal. Estos importantes protagonistas hicieron frente, de manera creativa a las grandes cuestiones de su tiempo: el Destino Manifiesto, las secuelas de la guerra, la discriminación racial y las luchas de los trabajadores por la dignidad humana y la participación ciudadana. De este modo, se demuestra cómo los latinos han tenido un gran impacto en el pasado colectivo de los EE.UU., y cómo han hecho avanzar el proceso político democrático así como participado en la definición de la siempre cambiante la cultura estadounidense.

Tras el capítulo de Pitti, comienza la primera sección del estudio, La creación de la nación. Su ensayo inicial, titulado “El crisol latino: sus orígenes en las guerras, revoluciones e imperio en el siglo XIX”, preparado por el historiador Ramón Gutiérrez aborda la frecuente cuestión de “cómo se hicieron tan latinos los Estados Unidos”, centrándose en el proceso que trajo por primera vez al seno de los EE.UU. a los mexicanos, puertorriqueños y cubanos y que ayudó a la construcción de la nación estadounidense. Moviéndose hacia el sur, el oeste y al otro lado del mar Caribe, Gutiérrez literalmente rastrea el rumbo y los efectos de la expansión continental de los EE.UU. gracias a la compra de Luisiana (1803), la anexión de Texas (1845), la incorporación de la mitad del territorio mexicano luego del Tratado de Guadalupe Hidalgo (1848), la adquisición de Puerto Rico y la participación en los asuntos de Cuba después de la Guerra entre España y EE.UU. (1898). Tal y como sugiere Gutiérrez, el resultado final no fue solamente construir nuevas fronteras continentales y oceánicas, sino también una crear realidad cultural, política y demográfica diferente para esta nueva nación en expansión, dentro de la cual los latinos se habían convertido en un grupo considerable.

A pesar de que la construcción nacional estadounidense establece las bases para las comunidades latinas actuales, éstas crecieron de manera significativa debido a posteriores movimientos migratorios. Sin embargo, estos importantes flujos de inmigrantes no surgieron por voluntad propia sino por la política nacional de los EE.UU. De este modo, el historiador David Gutiérrez continúa la historia en su capítulo titulado “Resumen histórico de la inmigración latina y la transformación demográfica de los Estados Unidos” proponiendo que la principal razón para la expansión del asentamiento latino en los EE.UU. a mitad del siglo XX fue la estrategia económica estadounidense. Con políticas como el Programa Bracero (Bracero Program), que quería atraer a mano de obra mexicana autorizada para trabajar en la agricultura y las fábricas de EE.UU.; y la Operación Manos a la Obra (Operation Bootstrap), un plan integral para reubicar a los trabajadores puertorriqueños en áreas del medio oeste y el noreste del país, el gobierno de los EE.UU. reclutó activamente a trabajadores latinos durante la década de 1940. Aunque originalmente se había pensado para satisfacer la escasez de mano de obra de una sola vez durante un corto período de tiempo, los empleadores estadounidenses comenzaron a depender de la mano de obra latina y siguieron contratando a trabajadores autorizados y no autorizados incluso después de que estas políticas terminaran. A su vez, los recién llegados se convirtieron en un imán adicional para la inmigración futura ya que se establecieron permanentemente en los EE.UU., lo que animó a muchos otros a seguir su ejemplo.

Cabe destacar que la incorporación política y económica de los latinos no sólo trajo nuevos proyectos o trabajadores a los EE.UU., sino que con ellos también llegaron diferentes tradiciones intelectuales y nuevas mentes totalmente comprometidas con los problemas del momento, lo que supuso la reinvención de la nación de una manera diferente. El historiador literario Nicolás Kanellos argumenta en el artículo “Imaginando y (re)visando la nación: tradiciones intelectuales de los latinos” que la historia intelectual latina es más antigua que la de los ingleses ya que los colonos españoles introdujeron en el continente la primera lengua europea escrita, fundaron las primeras escuelas y también son esenciales para entender la acción política en los EE.UU. y las Américas en general. Al vivir en medio de la promesa constitucional y los límites raciales de la democracia estadounidense, los latinos lucharon enérgicamente por conseguir la independencia o la soberanía federada de los antiguos territorios españoles, el beneficio de la ciudadanía estadounidense y el significado de la igualdad en los EE.UU. y Latinoamérica. Además, con frecuencia estas ideas se arraigaron profundamente e influenciaron grandes movimientos sociales y políticos que impulsaron la independencia de Texas, México y Cuba.

Completando la historia de Kanellos se encuentra la crónica del historiador Félix F. Gutiérrez sobre cómo este nuevo pensamiento se ha formado gracias al avance de la prensa, televisión y medios digitales latinos. En su ensayo “Más de 200 años de medios de comunicación latinos en los EE.UU.”, Gutiérrez observa que en la medida en que los principales medios de comunicación han marginado o denigrado a personas de ascendencia hispana tachándoles de extranjeros o de americanos de segunda categoría, los latinos han ido desarrollando nuevos medios de comunicación alternativos que sirvieron para “corregir” dicho tratamiento estereotipado y como herramienta crucial en la lucha contra la discriminación que sufren los latinos. Además, Gutiérrez destaca que mientras la comunicación étnica a menudo se ve como una fase pasajera en la vida de los inmigrantes, los medios de comunicación de los latinos siguen ganando importancia ya que los medios tradicionales siguen haciendo caso omiso y estereotipando a los latinos mientras su población crece de forma exponencial.

Las tradiciones y prácticas culturales son normalmente el punto central para muchos medios de comunicación latinos y también lo será para la segunda parte de este estudio temático, La construcción de una vida. En esta sección se incluyen capítulos que examinan las maneras en que los latinos han creado (y recreado) sus vidas públicas y privadas, costumbres y expresiones en los EE.UU., con frecuencia bajo condiciones adversas. El académico religioso Timoteo Matovina se encarga de abrir la sección con su artículo “Resistencia y transformaciones: horizontes de la fe latina”, que logra contextualizar con éxito las creencias comunes sobre los latinos y la religión a la vez que rebate muchas de ellas. Matovina comienza señalando que los católicos de habla hispana han residido en América del Norte el doble de tiempo de la existencia de los EE.UU. y que, a menudo, el catolicismo ha desempeñado un papel importante como fuente de afirmación comunitaria y cultural frente a la hostilidad de la cultura mayoritaria. Sin embargo, Matovina acaba rápidamente con el estereotipo de que todos los latinos son católicos, señalando tres tendencias significativas en la religiosidad latina del siglo XX en EE.UU.: el creciente e importante número de latinos protestantes, particularmente evangélicos; la presencia persistente de los movimientos de justicia social basados en la fe, como PADRES (Padres Asociados por los Derechos Religiosos, Educativos y Sociales, o los sacerdotes unidos por los derechos religiosos, educativos y sociales); y el aumento en el porcentaje de latinos que afirman no ser religiosos ni estar vinculados a ninguna afiliación, incluyendo el curanderismo y la santería.

Al igual que con la religión y otras prácticas espirituales, la producción artística de los latinos se ha diversificado con el tiempo y ha funcionado como medio de formación de las narrativas de la comunidad y el individuo. En "Un Panorama de las Artes Latinas," el historiador del arte Tomás Ybarra-Frausto invita al lector a sumergirse en un viaje emocionante de doscientos años de expresión creativa y artes escénicas latinas. De las artes indígenas a las esculturas de tierra de Ana Mendieta, de los corridos de Texas a la salsa Nuyorican (mezcla de Nueva York y Puerto Rico), pasando por las novelas pro-feministas de María Amparo Ruiz de Burton, la oratoria de Pedro Pietri y el teatro experimental de María Irene Fornés, el autor Ybarra Frausto ilustra las diferentes formas en que las que el arte latino ha funcionado como una escenario de “resistencia y afirmación” tanto individual como colectiva. La producción artística de los latinos, que abarca una amplia gama estética y política, ha imaginado simultáneamente la persistente sensación de comunidad y vinculación con las tradiciones del pasado con los desafíos del presente. Cada vez más, nos ofrece una visión alternativa de lo que es –o puede funcionar como si lo fuera– el arte en EE.UU.

Centrados en famosas manifestaciones artísticas, los dos siguientes capítulos se meten en los conocidos terrenos de los deportes y la gastronomía, aunque nos ofrece una sorprendente y nueva perspectiva de estos lugares comunes. El artículo empieza con el deporte americano por excelencia, el rodeo, que en español significa “dar la vuelta” y que fue inventado por los vaqueros hispanos (o cowboys). El historiador José M. Alamillo analiza la tan duradera participación de de los latinos en los deportes de los EE.UU. Su capítulo titulado “Más allá del héroe deportivo latino: el papel de los deportes en la creación de comunidades, contactos e identidades”, se centra en la participación de los latinos en casi todos los deportes de competición, incluyendo el boxeo, béisbol, fútbol, baloncesto, golf y tenis y señala varios lugares importantes, desde las canchas de arena a las instalaciones de los Juegos Olímpicos. Alamillo no solo documenta de manera brillante los extraordinarios logros de las estrellas deportistas latinas sino que además, explora con la misma fuerza las comunidades de las que surgen y también expone los poco conocidos obstáculos con los que se encuentran los deportistas dentro y fuera de la pista cuando se enfrentan a discriminación racial y de género. De esta manera, Alamillo demuestra cómo en las canchas de deportes se puede soñar con comunidades unidas a la vez que saca a la luz sus propias fracturas internas.

Cuando nos preguntamos sobre cómo es y qué comen los latinos, es imprescindible ir más allá para dar con la respuesta exacta. Los medios de comunicación afirman que la salsa se vende más que el ketchup y que la cocina mexicana es una de las tres mejores opciones de comida étnica en los EE.UU., junto con la china y la italiana. Pero la historia de los latinos y la gastronomía es mucho más rica. Tal y como expone el historiador Jeffrey M. Pilcher en el artículo “Llegar a casa a la salsa: raíces latinas de la comida estadounidense”, los latinos fueron pioneros en el desarrollo de la agricultura en este país, la plantación de cítricos y de frutos secos en la Florida y en todo el suroeste; también fueron fundadores de haciendas de ganado en Texas y construyeron bodegas en California. Además, en los siglos XIX y XX, los latinos tuvieron un papel muy importante en el cultivo de la tierra y la invención de nuevas formas de consumo de alimentos tradicionales. A pesar de que existen estereotipos negativos relacionados con metáforas de alimentos en los que se equipara a las mujeres latinas con “tamales calientes” y sus cocinas como una “venganza de Moctezuma”, las siguientes generaciones de latinos insisten en el valor de ellos mismos y su comida y siguen transmitiendo recetas, abriendo restaurantes y compartiendo su gastronomía con los demás.

Tal y como sugiere la relación entre la alimentación, la comunidad y la supervivencia económica, La construcción de una vida a menudo se entrelaza con Ganarse la vida, el eje central de tercera parte de esta obra. Los ensayos aquí reunidos destacan el papel indispensable de los latinos en el desarrollo y mantenimiento de la economía estadounidense como empresarios, profesionales y miembros de las fuerzas armadas. La sección comienza con un artículo de título simple pero efectivo, “Los trabajadores latinos”, escrito por el historiador Zaragoza Vargas, que describe la enorme participación de los trabajadores latinos en la selección de productos, el trazado de vías de ferrocarril, el trabajo en las plantas siderúrgicas, fábricas de dotación y empaque de productos cárnicos. Del mismo modo, Vargas enfatiza que los trabajadores latinos han hecho mucho más que trabajar en los EE.UU. También han tenido un papel importante en los movimientos sindicales para obtener mejores condiciones salariales y laborales que beneficien a todos los ciudadanos. No sería exagerado decir que no tiene precio el legado de los trabajadores latinos en la construcción de los EE.UU. y la ayuda en la protección de los derechos fundamentales de los trabajadores.

A su vez, los principales medios de comunicación han acentuado y reclamado el hecho de que a menudo se pase por alto el impacto de la mano de obra latina en la creación de pequeñas empresas y en el crecimiento y desarrollo de industrias de mayor escala. El ensayo propuesto por el historiador Geraldo L. Cadava, “Empresarios desde el principio: negocios y comercios latinos desde el siglo XVI” ofrece una reveladora historia sobre la implicación y el alcance de las prácticas económicas de los latinos desde la época de la colonización española hasta la actualidad. Después de informarse acerca del éxito de las misiones, presidios y pueblos, Cadava explica cómo hasta mediados de siglo XIX los rancheros latinos y los dueños de las fábricas de cigarros se consideraban los norteamericanos más ricos. Observa además el cambio en las fortunas a raíz de las guerras entre EE.UU. y México y España, ya que muchas personas perdieron sus tierras, capital y estatus social. Para subsistir, muchos latinos tuvieron que dedicarse en gran medida a negocios más pequeños y locales y a invertir en negocios como bares, restaurantes y tiendas de discos. Fue una mezcla entre lo antiguo y lo nuevo lo que anticiparía una nueva realidad: mientras que los negocios latinos siguen estando descapitalizados y todavía no son tan rentables como los que pertenecen a otros grupos raciales, de acuerdo con la Oficina del Censo de los EE.UU. a principios del siglo XXI, los latinos eran propietarios de 1,6 millones de negocios, y su tasa de propiedad estaba creciendo más rápido que la de cualquier otro grupo étnico o racial en los EE.UU. A diferencia de períodos anteriores, un creciente número de estos negocios están abasteciendo a mercados más allá de la comunidad latina en los EE.UU. y algunos, como las icónicas empresas Goya Foods y Bacardi logran ventas anuales de más de mil millones de dólares.

El amplio alcance de la iniciativa latina también se evidencia en el ensayo sin precedente del historiador John McKiernan-González titulado “La ciencia y medicina en los EE.UU. y los latinos estadounidenses”. En sus páginas, el autor expone la tan poco difundida relación de los latinos y los servicios sanitarios, medicina, investigación científica y salud pública. A pesar de que a veces los latinos han sido objeto de experimentos científicos relacionados con la píldora anticonceptiva, de haberse enfrentado a condiciones de vida insalubres e incluso, aunque les negaran o desaconsejaran formar parte del gremio sanitario, los latinos han tenido un gran impacto sustancial en este campo. Los latinos descubrieron la función de los mosquitos en la propagación de la fiebre amarilla y comenzaron los boicots de las uvas para protestar contra el uso de pesticidas y para asegurar que todos los niños, independientemente de su estatus social, sean tratados por igual en las salas de emergencia. Por todo ello, los latinos han allanado el camino para lograr nuevos tratamientos médicos e investigación científica y han sido serios participantes en la redefinición y la democratización de la ciencia y la medicina estadounidenses.

El ejercicio de la medicina, la agricultura, la pequeña y mediana empresa, y la actividad comercial a gran escala es parte indispensable de la experiencia de los latinos para lograr ganarse la vida y vivir con dignidad. Sin embargo, este relato no estaría completo sin la compleja historia de los latinos en el servicio militar. Cientos de miles de latinos y latinas han servido en el ejército de los EE.UU. guiados por un profundo compromiso con su país y su promesa, a pesar de que con frecuencia se han ignorado sus derechos civiles o no han podido votar, como en el caso de Puerto Rico. No obstante, la historiadora Lorena Oropeza observa en su ensayo “luchando en dos frentes: los latinos en las fuerzas armadas”, cómo se ha criticado su servicio como una manera para acceder a mejores oportunidades educativas de otro modo inalcanzables y para conseguir aceptación popular como ciudadanos de pleno derecho de los EE.UU. No sorprende que, tanto dentro como fuera del campo de batalla, los veteranos latinos hayan sido pioneros en la fundación de los derechos civiles y de organizaciones de defensa como la American GI Forum en 1949 y que hayan ganado batallas legales contra la discriminación en todos los frentes.

Como no podía ser de otra forma, las continuas, abiertas y transformadoras batallas por la igualdad y la democracia son la base de los capítulos de la última sección de este estudio temático, “La creación de una democracia”. El apartado del politólogo Luis DeSipio titulado “Exigir igualdad política y no aceptar nada menos: la lucha de los latinos por la integración política”, se hace eco de los esfuerzos colectivos para acabar con la exclusión de los latinos en las instituciones políticas y procesos electorales por razones de raza y origen étnico en el siglo XX, cuando la población latina en los EE.UU. aumentó significativamente y comenzó a percibirse como una fuerza electoral decisiva. Es importante destacar que estas luchas han logrado tener a más latinos en cargos políticos electorales y que también han asegurado que todas las personas que viven en los EE.UU. participen de los procesos políticos. Según DeSipio, sin ellos, algunos de los derechos que hoy en día damos por sentado no se habrían hecho realidad, como por ejemplo, poder votar en la lengua materna de cada individuo.

En una línea similar, la jurista Margaret E. de Montoya en su trabajo “Los latinos y la ley” incluye historias personales y un análisis histórico para estudiar hasta qué punto los latinos han influido el sistema legal en Los EE.UU. Montoya convincentemente demuestra que los desafíos a los que se han enfrentado este grupo a raíz de las guerras mexicano-americana e hispano-americana han contribuido en gran medida a formar una idea, actualmente aceptada en todo el país: que la diferencia cultural no debe implicar un trato discriminatorio ante la ley. Las comunidades latinas han jugado un importante papel en la expansión de la democracia y en la aceptación social de aquellos que no forman parte de la mayoría racial o cultural; y lo han demostrado en diferentes ocasiones, como los casos de elecciones en español, las pruebas de alfabetización como prerrequisito al voto y las oportunidades educativas para los niños cuya lengua materna no es el inglés.

El siguiente apartado, centrado en la educación escolar, está escrito por la académica Victoria María de MacDonald y se titula “Exigir sus derechos: la lucha latina por el acceso y la equidad educativas”. En él, se exponen los fundamentos y las batallas legales para lograr oportunidades educativas que han dado lugar a un mayor acceso a la educación, independientemente del territorio o país de origen, idioma, color de la piel o porcentaje de ascendencia indígena. Entre los principales problemas MacDonald ha destacado una serie de casos contra la segregación escolar de la década de 1930 hasta la década de 1940 que culminaron en la demanda colectiva de Méndez contra el distrito escolar de Westminster (Méndez v. Westminster School District), que se hacía eco de la segregación que sufrían los niños mexicano-americanos debido a su raza en las escuelas públicas de California. Aunque no fue muy conocido, el éxito de Méndez –el juez sentenció que dicha segregación era anticonstitucional– allanó el camino para otros casos revolucionarios de mayor repercusión como Brown vs. Topeka Board of Education en el año 1954 que acabó finalmente con la segregación escolar en los EE.UU.

Para concluir el ensayo introductorio de Ramón A. Gutiérrez, el capítulo final de historiadora Lillian Guerra es un reflejo claro de los “Nuevos latinos” que llegaron a los EE.UU. después de la década de 1950. En “La inmigración y política exterior estadounidense a finales de siglo XX: forjar una identidad latina en medio de la complejidad de la memoria política”, Guerra ofrece una visión aleccionadora sobre cómo la política exterior anticomunista de los EE.UU. durante la Guerra Fría ayudó a incrementar sustancialmente la inmigración de los latinos en tanto facilitaba la entrada legal de exiliados cubanos y apoyaba a regímenes autoritarios en Haití, la República Dominicana, Nicaragua, Guatemala y el Salvador. Siendo conscientes de la magnitud de esta inmigración de más de dos millones de personas, Guerra también pretende analizar los desafíos a los que se enfrentan la mayoría de los inmigrantes, especialmente los que huyen del terrorismo y la violencia de sus países de origen respaldada por los EE.UU. Estos inmigrantes indocumentados no solo tuvieron que probar que la suya no era una migración “por motivos económicos” para convertirse en ciudadanos legales, sino que también encontraron pocas oportunidades para compartir la complejidad de su experiencia. Lo que no se podía hacer público era el hecho de que su presencia en los EE.UU. era consecuencia directa del apoyo estadounidense a los regímenes no democráticos de sus países, lo que sigue persiguiendo la política y la vida en la actualidad, recordándonos que sin estas voces la historia de los EE.UU. seguiría estando incompleta y silenciada. Aunque la situación ha cambiado mucho desde finales del siglo XIX, esta gran ola de migración evidencia cómo la guerra, la revolución y el imperio siguen afectando a la experiencia latina en los EE.UU. hasta bien entrado el siglo XXI.

En conclusión, el estudio temático de los latinos estadounidenses muestra el diverso y complejo pasado de los latinos y sirve como recurso para dar a conocer una historia más matizada de los EE.UU., permitiéndonos entender mejor y estar más informados sobre nuestro presente. Sin embargo, independientemente de si uno es un historiador profesional o nunca ha pensado mucho en la historia, todos podemos contribuir a este estudio de diferentes maneras: involucrándonos más en la identificación, preservación e interpretación de lugares y personas de relevancia histórica o creando nuevos indicadores históricos, senderos, distritos y puntos de referencia nacionales. Lo que se inició en La Paz se encuentra ahora en manos de todos. El futuro de nuestro pasado depende únicamente de nosotros.

 

Las opiniones y conclusiones contenidas en este documento pertenecen a sus autores y no deben interpretarse como representativas de las opiniones o políticas del gobierno estadounidense. La mención a marcas registradas o productos comerciales no conlleva la aprobación del gobierno de los EE.UU. 

Last updated: July 8, 2020